EL SABOR DE LAS LÁGRIMAS

—Las lágrimas, tienen todas el mismo sabor —preguntó el joven aprendiz. El viejo maestro casi sin mirarlo y negando con la cabeza, le señaló el verde prado y elevó su vista al cielo. De repente lágrimas de felicidad escaparon de sus ojos corriendo a través de las profundas arrugas de su rostro. Las tocó con uno de sus dedos y llevándolo a su boca probó y sonrió.
Observando la expresión de sorpresa del joven aprendiz lo instó a mirar la naturaleza que lo rodeaba y le dijo.
—Las lágrimas saben a las emociones que las provocan.