Y NO VIVIERON FELICES

(Pequeña saga épica de la historia argentina contemporánea)



Corría el año ochenta y tres de la vieja era, las batallas por la tierra aún estaban muy presentes, fueron años de lucha, el ejército a través de un proceso de reorganización de los poderosos se había adueñado de todo, manejaban el comercio e impartían justicia en las comarcas. Convencían a la población de obedecer con objetos suntuosos traídos de los más lejanos rincones de la tierra dejando sin posibilidad a los artesanos de los pueblos, más no importaba todo esto, ellos solo deseaban apropiarse de las descendencias de la plebe ejerciendo el poder, muchos dejaron de ser vistos, otros dicen pudieron haber desaparecido, pero hubo un día que marcó un antes y un después, el comienzo de la nueva era, tanta expectativa por parte de las milicias como de la gente del reino hizo que al abrir la caja de pandora, desde la urna se escucharan las palabras “NUNCA MAS!”.

Varios contendientes quisieron alzarse con el mando pero uno solo sería el vencedor, y desde la laguna de Chascomús de los Buenos Aires cabalgando con firmeza, dando muestras de civismo con un espíritu radicalizado por la unión un adusto Raúl Ricardo emergió valeroso, levantando la corona y dando comienzo a una nueva etapa llena de gozo y algarabía, el terror de estado había acabado.   

Los primeros años al mando del rey Raúl Ricardo fueron caraterísticos por la puesta en marcha de un plan que traería prosperidad popular sin tener en cuenta los peligros que esto acarreaba, el enjuiciamiento de los rebeldes como así de los que ejercieron el terror en el reino fue algo, que contados los días le trerían más de una complicación social y económica a la plebe. En virtud de dichos problemas el rey y corte elaboran el plan que llenaría el vacío de las arcas del tesoro desde un lugar tan austral como las mismísima capital del reino Viedma, pero en poco tiempo y dadas las circunstancias, el descontento de los pobladores y parte de la milicia hicieron que los caballeros pintaran sus caras en señal de desprecio por las intituciones y exigieran tratos preferenciales, casta que se sublevó dejando en una situación desagradable a tan modesto monarca que solo deseaba mantener la casa en orden. El rey tras algunos años y debilitado ante tamaña acción, debió dar un paso al costado faltando apenas unos meses para entregar el cetro quien fuera su sucesor al trono.

Cuenta la leyenda que un caudillo de tupidas patillas, quien no  defraudaría a quien lo siguiese, enarbolaba las banderas del  justicialismo y prometía la gran revolución productiva, cientos de miles  de trabajadores escuchaban atentamente y defendían fervientemente las  ideas revolucionarias que nos harían despegar llevándonos en viajes  inconmensurables a través de la estratósfera. 

Pero como en todo cuento  de hadas un mal azotó el reino y fuimos despojándonos de nuestras  riquezas incluso del rojo cavallino que  dejábanos unir capital con la costa en cuestión de hora y algunos  minutos, la oscuridad y el silencio de las fábricas perturbaba la city  porteña creando un contrapunto al incipiente mercado financiero ejercido  por los vástagos neoliberalistas que se habían apoderado de nuestros  míseros ahorros, sobres en el parlamento!!!! gritaban pero no  denunciantes sino reclamadores de una igualdad a la que en poco tiempo  sucumbieron todos y cada uno de nuestros tristes representantes, así fue  como ya sin las patillas y sin pueblo a quién guiar el excaudillo se  retiró a sus aposentos cubierto por riquezas y fueros pero siempre  escondiendo el más preciado de sus secretos, él sabía que en algún  momento el reinado iba a caer. 

Apenas un par de años después, el hidalgo  caballero de la Rua intentó dominar el monstruo desatado por tan frío  estratega y acompañado por los más nobles corazones que pudieron unirse  en una alianza para defensa de los pobres que aún resistían, arremetieron con fuerza y corazón  sin notar que los sobres aún seguían siendo los osados mensajeros del mal, intentando buscar apoyo el caballero de la Rua se mostró, más no  pudo ni balbucear el nombre de la amada de su ocasional escudero y  pronto volando en un pájaro brillante como metal se elevó y abandonó su castillo en llamas dejando nuevamente el reino a merced de la mala suerte...

Aún podía verse en el cielo la estela que dejaba la huída del tan noble caballero de la Rua, pero que ya sin su fiel escudero Don Chacho carecía de fuerza, alegría y esperanza, las últimas órdenes que dejó fueron blindar el tesoro y rápidamente en un domingo de caballería, nuestros ahorros fueron acorralados por el temor.

Cientos de miles de ojos expectantes fueron testigos del insoportable ruido a metales que se sintieron noches seguidas, gritos y humo, fuego y corridas, los caballeros del mal arremetieron cual si fuese una estocada fatal contra el reino, grandes y monstruosos dragones  acechaban financieramente el futuro de nuestros hijos y los monarcas pasaban uno a uno sin poder hacer nada ante tamaña devastación. 

Vinieron del norte, del oeste y de varios otros lugares, más no pudieron hacerle frente, Ramón intentó la misión de cerrar la puerta, pero no pudo esquivar el ataque, he aquí que el noble caballero Rodríguez Saa tras hacerse cargo por una semana solicita el apoyo de los demás nobles del reino, pero renuncia desanimado por la mesa redonda de caballeros de Chapadmalal, luego de haber anunciado el fatídico “defol” con un castillo repleto de aplaudidores que en poco tiempo se convertirían en lloronas y éste debióse retirar a sus tierras, esperanzado en participar en las próximas campañas independentistas. 

El reino se encontraba acéfalo de ideas y héroes, así fue como el noble escudero Camaño le entregó el cetro al por entonces más grande cerebro de la época, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con Sir Eduardo a la cabeza de la supuesta emancipación de nuestras tierras...

Nos  encontrábamos en los primeros meses del nuevo siglo y el caos azotaba a  la población, enormes amontonamientos de gente frente a las arcas del  tesosro sin obtener resultados, acostumbrados a los arrebatos,  probábamos suerte entre blindajes y corralitos para intentar financiar  la reconstrucción, mientras las fatídicas palabras del otrora gobernante  Saa retumbaban aún en las paredes de los organismos internacionales de  crédito, el reino se encontraba en banca rota y la gente se sentía  desanimada.

Fue  en esta situación que tras una decisión de Sir Eduardo, el valeroso  recaudador Lavagna implementa un plan de ajuste y la salida del estado  caótico, donde el monarca anuncia al pueblo: aquel que haya depositado  sus valores recibirá sus valores, cosa que realmente no sucedió y en  poco tiempo tras una devaluación de la nobleza; la mitad del reino se  encontró en situación de pobreza... fue en ese momento, cuando se daba  todo por perdido, que parte del caos comenzó a menguar quedando solo  algunos focos de rebeldía; cuales de a poco fueron controlados milicia  por medio, y sin olvidar aquellos nobles jóvenes que perdieron la vida  en la fatídica represión de las marchas por la estabilidad del reino.

Mientras  tanto los grandes males acechaban desde el exterior a la espera del  derrumbe del castillo, cosa que hizo que los añicos se esparcieran entre  los acreedores y creando una red de fondo, la cual terminó siendo  carroñera, los buitres sobrevolaban las viejas y desvencijadas torres a  la espera de una oportunidad de quedarse con lo más preciado que tenía  el pueblo, su dignidad.

Habiendo  acomodado un poco las arcas, y ya devaluado los valores de los  ciudadanos, dejando al pueblo sumido en la pobreza, con poco empleo y  sin ganas de pelear, tras un llamado a elección de gobernante, quien  estaba a la cabeza Sir Eduardo, convoca a los dos caballeros elegidos Sir Carlos de La Rioja y el enigmático y valeroso don Nestor de la Santa  Cruz del Sur, a un combate cuerpo a cuerpo para definir quien se haría  cargo de guiar el reino de cara al futuro.

La paz del reino estaba en juego, los modelos de antaño no eran los que el pueblo quería en ese momento y ante la inminente lucha de poder, el emisario de La Rioja anunció que su campeón no se presentaría declarando en forma inmediata a  don Nestor de la Santa Cruz del Sur como único vencedor y proclamando así la obtención por éste de la corona.

La ceremonia de coronación se dearrolló entre algarabía y júbilo, el nuevo monarca recibía el cetro y blandiéndolo al aire hizo esperanzar a más de uno que soñanban blandir de igual manera los aceros por sobre los monstruosos miedos, los dragones y el terror de antaño, las sonrisas dibujadas en sus rostros tras el logro obtenido, se afirmó cuando de su nuevo gobernante escucharon las palabras “los convocamos a inventar el futuro” invitando a todos aquellos que quisieran ser parte y así abrir las puertas a un nuevo y próspero reinado, llegó para proponernos un sueño. 

Mientras en las afueras de las murallas del reino, el enemigo preparaba sus armas para el asedio de las ciudades en tanto una bandada de buitres se aprestaba a sacar provecho de las encarnizadas batallas que estaban a punto de librarse. Las arcas del tesoro estaban casi vacías el blindaje de las mismas había ocurrido luego que despojaran al reino de todos sus tesoros, tan solo el alambrado de los corralitos quedaban,  el rey se encontraba en su trono, con su corte y con las manos vacías, todo había sido entregado como tributo a las potencias extranjeras que solo querían engrandecerse a costa del sufrimiento de los habitantes de nuestras comarcas.

Nestor de la Santa Cruz del Sur comenzó así a pergeñar el plan que iba a llevar adelante para devolverle la grandeza al reino, no sin antes deshacerse de los distintos peligros que nos acechaban en el día a día.

Tras haber pasado veinte largos años desde el advenimiento de los nuevos aires, ya sin estrellas ni galones a la vista, con una carga estructural de un reino en llamas y con una mínima aceptación de los pobladores el rey comenzó a tejer una red de poder que lo situaría en las antípodas de lo conocido hasta ese momento. Con una mirada especial convenció a los jóvenes que se podía volver a confiar y que sus logros serían valorados, líder nato comenzó su recorrido por las comarcas cercanas llevando consigo el mensaje de la unidad ante los peligros externos. 

Con pequeños gestos fue dando signos de confianza, deponiendo definitivamente las armas ante el diálogo, fué así que tras su cruzada marcharon otros reyes de la región y juntos enfrentaron al gran dragón del norte, forjando para ésto una gran alianza mandando a su vigía al carajo para que oteara como se volvían los usurpadores a sus respectivos territorios.

En las barracas ondeaban banderas de antaño y Nestor de la Santa Cruz del Sur inició un proceso  en el que las arrió una a una abandonando de una vez por todas la idolatría a falsos jerarcas con un cortejo de impávidos cortesanos. Tras recorrer los distintos estamentos del poblado descubrió sin sorpresa que todos los valores de la plebe estaban hipotecados y debido a esto era imposible el progreso, pocos derechos tenían estos humanos y era hora que alguien los escuchara, entonces comenzó un plan de justicia y previó que la gente no tuviera deudas con los externos tras reorganizar los acuerdos preestablecidos, la deuda se redujo considerablemente abandonando el estigma del “defol. Cuatro años de acuerdos y paz interior, sin represiones ni represores en los caminos coronaron uno de los reinados que trajo más prosperidad a nuestra tierra. Sin embargo el peligro aún estaba al acecho.

No todo lo que brilla es oro, sin embargo el brillo fue suficiente para opacar todas las predicciones de los magos y al final del cuatrienio el poblado reivindicó el liderazgo del buen monarca venido nada menos que desde el confín mismo de nuestra tierra, quien ante el cansancio abdicó el poder en favor de la reina, intentando así una alternancia que le diera aire, seguridad y prolongación al modelo que había urdido en estos primeros años.

Comenzó así el reinado  de Doña Cristina del Calafate y La Plata, fueron ocho largos años  aquellos donde la reina gobernó con la corte a favor, más no le fue  fácil, a poco de emprender su camino el compañero de toda la vida, el  rey Nestor de la Santa Cruz del Sur, partió en un viaje sin retorno  comenzando así un oscuro y sombrío tiempo que, aprovechado por los  pregoneros de la derrota, corrían a las comarcas y comenzaban una  campaña para propagar la hiel por caminos y ciudades, las grandes  conquistas populares parecían diezmadas a ojos del pueblo aunque no  todos creían lo que oían. Mientras tanto en el  palacio, la reina no encontraba consuelo por más que se mostraba entera  acompañada de sus afectos más íntimos. Los días se hacían largos y las  decisiones no siempre fueron las acertadas pero el proteccionismo del  reino ayudó a que las comarcas se beneficiaran de sus propios esfuerzos,  los artesanos plasmaron su arte y a pesar de los embates, los pueblos  resistieron forjando una identidad en la unidad, la cooperación y la  lucha por uno mismo.  

Desde el norte los  enemigos como si fueran buitres asomaban cada vez que la oportunidad  aparecía, creando resquemores y especialmente soslayando los aciertos,  apoyando en silencio a una burguesía disidente que muy de a poco fue  tomando fuerzas como para intentar arrebatar el poder y transformarlo en  lo que ellos llamaban: república. Vientos de cambio se  afianzaron en demoníacas palabras de crisis y desaliento, el temor a  terminar en el cepo creó el malestar que llevó al pueblo a las calles de  los poblados proclamando acusaciones, dejando por entendido que las  palabras a favor jamás son suficientes en tiempos de batallas. Y así un  día el reino se desplomó.

Fué entonces que ante la  mirada desesperanzada de casi la mitad de los pobladores, de un momento  a otro, todo el logro conseguido se desvanecía, quedando sin más, el  paso libre hacia la nueva república.