ATRAPADO

Bajé del médano y la ví desconcertada, temblorosa, desencajada, me acerqué a preguntarle si podía ayudarla en algo, estaba en shock, la vista perdida, el mar a sus espaldas rugía en cada ola rompiendo el silencio que la rodeaba. Me miró a los ojos y señalando el médano balbuceó —mi familia —. Miré hacia la arena, no ví a nadie, tan solo el médano, intenté transmitir calma proponiéndole ir a buscar a su familia mientras llamaba al 911, asintió. Subí el médano por el estrecho camino formado con la verde vegetación hasta un claro en la cima, no había nadie ni tampoco había señal para el llamado, solo encontré otra huella para el descenso. 
Al volver a la playa vi a un joven desconcertado iban con él dos niños, me acerqué a preguntarle si podía ayudarlo en algo, con la vista casi perdida señaló hacia el médano...
 

TREINTA Y CINCO

Treinta y cinco pasos lo separaban de la inmortalidad, treinta y cinco pasos que jamás había andado. Treinta y cinco únicos momentos donde el arrepentimiento ya no era opción. Treinta y cinco pasos lo separaban de la silla eléctrica.

Y LUEGO NADA

Treinta y tres no solo marcaba los años del paso del mesías por la tierra, era un número que aparecía en las cosas más extrañas. Treinta y tres eran los mineros, treinta y tres los últimos ejemplares de lemmings que se extinguieron en masa, treinta y tres las naves que llegaron del espacio. Un número tan repetitivo en cosas cotidianas como en las mayores catástrofes de la humanidad. Treinta y tres fallecidos en el incendio de la torre Turquey en Seattle, treinta y tres personas atrapadas y asfixiadas en el metro de Buenos Aires, treinta y tres desaparecidos en el desmoronamiento de una montaña en el Congo Bólgota, treinta y tres pueblos arrasados bajo el barro en la peor inundación de los últimos treinta y tres años. Treinta y tres un número cabalístico, en la pandemia de principio de siglo tres años usando tapabocas y tres años más de vacunaciones, tres y tres treinta y tres. Tres y tres los números sucesorios del bipartidismo en el gobierno mundial. Las naves llegaron de a seis en dos grupos de tres, tres y tres, otra vez. El número de la edad de Cristo no era solo eso, encerraba todo lo bueno y lo malo del universo. Treinta y dos planetas habían conquistado antes de llegar, nos opusimos. Treinta y tres las ojivas nucleares que lanzamos. Treinta y tres días de lluvia radioactiva, treinta y tres días sin rendirnos, treinta y tres días sin escape. Y luego nada.

CUANTAS OLAS?...

Nos encontraron mirando el cielo en una estrellada noche de verano, no salíamos del asombro aunque apenas se notaran nuestros rostros tras los barbijos, mientras observábamos como uno tras otro ingresaban a nuestra atmósfera. Jamás imaginamos que aquel virus podía tener origen extraterrestre.
Cuántas olas fueron necesarias para la dominación?...

LA PERSISTENCIA

Cansado de predicar se elevó entre los presentes y extendió sus brazos, absorbió la energía provocada por el temor, todos enmudecieron ante este sobrenatural acto. Mientras tanto en su rostro se notaba el fastidio, no eran dignos. Así, de repente, rayos salieron de sus ojos aniquilando a todos aquellos que lo observaban incrédulos.
Se elevó más aún y desapareció entre los cielos. 
Los escasos sobrevivientes se encargaron de correr la voz, el salvador se había manifestado. 

En un algún lugar no muy lejano, el bien y el mal celebraban con una copa de vino el haber asegurado su existencia por miles de años más.