TRAS LA REBELIÓN

Dejó el vaso sobre la mesa, tomó su chamarra y salió, el sol del mediodía era insoportable, la temperatura se había convertido en un problema luego del derretimiento de los polos. Miró a ambos lados observando el desolado paisaje desértico, montó y encendió su deslizador, una sola patada provocó el rugido del motor de combustión que terminó desvanecido entre dos bocanadas de un espeso humo negro. Observó su antigua brújula y fijó rumbo hacia ningún lugar, el camino era tan inhóspito como su conciencia. Dentro de la taberna solo quedaban los restos de tres androides, tras la rebelión de las máquinas la humanidad aún seguía dando batalla.

EL ESPEJO - LOS OJOS DE LA GITANA

Subí al autobús y allí estaba ella, una gitana hermosa de tez clara con los ojos más verdes que jamás había visto. El típico atuendo colorido y el gran escote dejaba al descubierto gran parte de sus pechos, se notaban suaves, turgentes, deseables. Ella se dió cuenta que la observaba, sin dejar de escribir en su teléfono, haciéndose la distraída, miró por la ventanilla dejando ver en su reflejo una leve sonrisa de complicidad. Se puso de pié y avanzó hacia la puerta donde yo me encontraba colocando su mano en el barral sobre la mía, me miró fijo a los ojos y me dijo ven, su belleza me había obnubilado, su voz me había cautivado era imposible resistirse. Descendimos juntos, caminamos tomados de la mano sin mediar palabra con ella guiándome, nos detuvimos frente a una tienda de antigüedades, en el escaparate había solo un espejo, me enfrentó, teníamos la misma estatura aunque ella me doblaba en edad, me besó y quedé petrificado, no entendía muy bien que estaba ocurriendo, miraba en el espejo nuestras siluetas mientras sentía el dolor de los colmillos entrar en mi cuello, ella tomó distancia y aún mirándome con esos increíbles ojos color esmeralda me susurró, —el es mi señor—.Y me desvanecí. 
Luego al despertar, comprendí que tenía una eternidad para encontrarla.

EL LIMBO DE LAS MEDIAS

Antes cuando era pequeña, creía que un duende horrible con ojos de botones aparecería por las noches para robarme las medias. Una tonta fantasía creada como castigo por mi padre.
La adolescencia no fue distinta, las medias siguieron desapareciendo y los duendes no me dejaban en paz. Culpé a mi padre por eso y lo castigué yo a él, ahora es el turno de ellos, todos los días los veo, vienen a mi habitación en busca de más medias, las llevarán al limbo?..., seguramente podría atraparlos y averiguarlo si las mangas de esta camisa no estuvieran atadas. 

ANGELICAL

Detrás de ese rostro angelical se escondía un ser increíble. 

Una noche clara donde la luna llena era su única testigo, desplegó sus alas y voló.

EN BUENAS MANOS

El aprendiz caminaba obediente tras los pasos del anciano, lo acompañaba a la morada de los ancestros, ese lúgubre lugar donde pasaban horas en presencia de la nada, sonriendo y narrando inentendibles situaciones para el niño. En una plácida tarde de primavera el anciano, luego de un momento de oración en que el silencio se adueñó de todos los espacios, le indicó al ya joven aprendiz, donde le gustaría descansar en el fin de sus tiempos. 

No tan inmediatamente como acostumbraba, el joven titubeó un momento y realizó una pregunta. —Maestro, en el fin de nuestra vida, el alma... adónde va?.

El anciano, complacido con la curiosidad del aprendiz, lo miró tiernamente y contestó. 

—Niño, en ese sublime momento en que el alma abandona el cuerpo, la esencia del ser fluye y se transfiere a quien desee aceptarla convirtiéndose en algo tan simple e intangible como los propios recuerdos —. 

El joven lo acompañó hasta el último momento de su terrenal existencia, el anciano sabía que su alma estaría en buenas manos.