TRAS LA REBELIÓN

Dejó el vaso sobre la mesa, tomó su chamarra y salió, el sol del mediodía era insoportable, la temperatura se había convertido en un problema luego del derretimiento de los polos. Miró a ambos lados observando el desolado paisaje desértico, montó y encendió su deslizador, una sola patada provocó el rugido del motor de combustión que terminó desvanecido entre dos bocanadas de un espeso humo negro. Observó su antigua brújula y fijó rumbo hacia ningún lugar, el camino era tan inhóspito como su conciencia. Dentro de la taberna solo quedaban los restos de tres androides, tras la rebelión de las máquinas la humanidad aún seguía dando batalla.