EL LIBRERO

Estaba junto a la ventana de mi departamento cerca de la Plaza Libertad, me gusta observar el movimiento de los negocios de la vereda de enfrente, en eso veo entrar a la librería un hombre de extraña actitud. Flores el librero, era un tipo cerrado del que nunca se supo mucho, menos de sus negocios, lo cierto es que mantenía abierta la antigua librería de su tatarabuelo en un tiempo que está muy difícil para el ramo. El cliente entró, Flores lo saludó e inmediatamente puso el cartel de cerrado, no parecía un cliente normal y la curiosidad hizo que me quede atento al movimiento de esa tarde. No había transcurrido más de una hora cuando se escuchó el estruendo de un diaparo y en minutos todo el lugar se llenó de policías, éstos comenzaron a entrar y salir como hormigas, hablaban entre sí y también con el tipo raro que no paraba de hacer ademanes, sacaban maletines y portafolios con papeles pero de Flores nada, lo más inusual fue el segundo grupo, el de los vestidos de blanco, estos ingresaron solos, tardaron bastante tiempo, al terminar salieron llevándose algunas pertenencias del librero junto con una maleta grande de una máquina de escribir. Una vez terminada la investigación clausuraron la puerta, subieron a sus camionetas y desaparecieron en la penumbra de la noche. 
Realmente me intrigaba lo que había ocurrido con el librero, el disparo y todo ese loco movimiento de gente. 
Dejé pasar unos días hasta que me acerqué y le pregunté al vigilante que estaba de consigna en la puerta de la librería sobre lo sucedido. Medio a regañadientes el oficial me contó que Flores era un delincuente que intentó huir a través de un túnel que se encontraba oculto en el sótano, fue así que el detective dió la voz de alto y disparó, con la mala suerte que el techo colapsó quedando el librero atrapado entre los escombros sin posibilidad de sobrevivir. Mucho no me cerraba la explicación pero la realidad es que el hombre no salió jamás.
El tiempo pasó y tras varios meses la guardia ya no tuvo sentido, nadie volvió a ese lugar quedando totalmente abandonado. 

Una fresca tarde de otoño, mientras miraba por la ventana, vi a dos empleados municipales colocar unos carteles publicitarios frente a las vidrieras vacías, porque aunque ustedes no lo crean, entre las luces y las sombras de la noche, desde las entrañas mismas de la antigua librería, el espíritu del rengo Flores vuelve para llevarse sus libros.