EL SUEÑO DE UN LUNES POR DOS

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Hacía tiempo que intentaba volver, era lunes y estaba cerca, escondido en un segundo piso semi destruido en un edificio frente a las vías del ferrocarril, desde allí podía ver jóvenes descargar sus armas por diversión contra los trenes que pasaban. El temor a que me descubran hacía que más quisiera confundirme con los escombros, realmente deseaba estar tapado por una montaña de tierra y piedra, con tal de estar a resguardo. A través de la pared derruida vigilaba que no me vieran, mientras aguardaba atento el  momento para avanzar, poco más de veinte kilómetros me separaban de casa. Fue de repente que me di cuenta, se escuchaba gente acompañando un sonido lejano con gritos de algarabía y felicidad. 

El fin de los enfrentamientos había llegado, sin dudar un segundo dejé el lugar, corrí y alcancé la calle tan pronto como pude. Caí de rodillas frente a la muchedumbre emocionado de verlos pasar, aún con un poco de miedo quise gritar LIBERTAD, un grito tan fuerte como para que todos puedan oirme, pero lo único que se escuchó fue mi llanto sin consuelo. 

2

No sé cuanto tiempo llevaba en ese segundo piso semi destruido, un edificio frente a las vías del ferrocarril, desde donde varias veces vi jóvenes descargar sus armas contra los trenes, no importaba si éstos estaban blindados, solo era parte de la diversión. Por la misma razón no todos terminaban con una bala mía en la cabeza, elegirlos también era parte de la diversión. Se rumoreaba que la paz había llegado, pero aún no era oficial. De repente el sonido de vehículos marchando hizo que, tomando mucha precaución, me recostara en el piso y dando cuenta de lo que escuchaba, fui acomodando mi cuerpo para que se confundiera con una pequeña montaña de escombros buscando tener la vista libre hacia la calle. A través de la pared derruida con un ojo en la mira aguardaba atento, cuando me di cuenta que la gente acompañaba el sonido con gritos de algarabía y felicidad. Era la caravana que marcaba el fin de los enfrentamientos. No dudé un minuto, corrí y alcancé la calle tan pronto pude, caí de rodillas frente a la muchedumbre  para verlos pasar, no se que cantidad de vidas llevo conmigo es muy pesada la carga, quise gritar libertad tan fuerte..., pero lo único que salió de mi fue el llanto sin consuelo.