LA VENGANZA DE TALOS


Dédalo era un inventor muy importante en su tiempo, Talos su sobrino, el mejor discípulo, a temprana edad éste ya superaba la inteligencia del maestro, cosa que enojaba un poco a Dédalo quien soñaba ver a su hijo Icaro ocupar ese lugar. Dédalo no supo afrontar tal situación y engañando al joven lo arrojó desde un techo, por tal acto preso de culpa y con temor escapó a Creta donde más tarde construyera junto a Icaro, el laberinto para encerrar al minotauro. 
El rey Minos, quien había mandado a construir el laberinto y para que no fuera revelada la forma de abandonarlo, decidió que junto al extraño ser encerraran a los arquitectos. Así fue hasta que un día, juntando plumas de aves y miel de abejas, los inventores crearon alas que les proporcionarían la posibilidad de abandonar el lugar. Pero no siempre las cosas salen como uno cree.

Nos lanzamos sin saber si era aventura o supervivencia, sentir el viento, la libertad de volar... Nos alejamos del laberinto y dejamos que el sol nos guiara, tal vez fue mi error con Talos el que se mezcló en tu destino.

Seguir al sol no fue una buena elección, te pido perdón hijo mío.