SEXTO PISO

Hace veintidós años que vivo en el mismo departamento, en el edificio nunca jamás había notado los tres ascensores detenidos en el piso seis, infernal casualidad, los números resaltan rojos, llamo el del medio, nunca entendí esa preferencia pero es lo que uno estila cuando llega tarde a casa, malditas costumbres. El tubo de luz del palier que no termina nunca de arrancar y al fondo en la puerta que da al jardín dos ojos amarillos son cómplices de mi espera, no es que sea supersticioso pero endemoniado gato negro aparecer justo ahora, espero y espero, llegó por fin mi ascensor, creo que es la primera vez que tarda tanto en recorrer esos seis endiablados pisos, abro la puerta, otra vez uno de los dos tubos quemado, siempre pasa lo mismo parece un callejón sin salida, subo medio desconfiado superado por toda la situación, cierro fuertemente la puerta y ay dios!!, una puntada en el corazón y un maullido aterrador, juro que no lo vi, mierda ya me estoy asustando carajos, por lo visto no le pasó nada gato del demonio, lo llevo arriba conmigo es del portero, sabe como llegar a casa solo y si no que se vaya al infierno, aprieto mi número estoy nervioso y agotado, me duele el pecho, quiero llegar, hace calor, sudo, el gato me observa fijamente como intuyendo algo malo. Veo pasar los números y siento como se me va el alma en cada uno de ellos, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Finalmente se abre la puerta y ahí está él dándome su maléfica bienvenida.